Comentario
En el mundo tradicional judío el papel preponderante lo han tenido los hombres, que son quienes han ocupado los cargos públicos y quienes han interpretado los textos y las doctrinas teológicas, mientras que para la mujer quedaban el cuidado de la casa y de los hijos durante sus primeros años. Esta exclusión se manifestaba también en la sinagoga, en la que debían sentarse separadas de los hombres y en la que no estaban obligadas a estudiar los textos religiosos por lo que, en puridad, estaban excluidas de la educación religiosa. Los rabinos justificaban esta discriminación alegando que gracias a ella las mujeres están exentas de obligaciones religiosas a horas determinadas (mitzvot), de las que quedaban dispensadas.
Con el surgimiento del judaísmo liberal el papel de la mujer ha ido adquiriendo importancia, tanto en la vida religiosa como en la civil. Los reformistas fueron los primeros en defender que la mujer debería tener un papel más activo dentro de la sinagoga. Las congregaciones más aperturistas decidieron dar a la mujer el mismo papel que el hombre en los servicios de la sinagoga. En 1972 el movimiento reformista logró ordenar a mujeres como rabinas y cantoras.
También la ortodoxia ha debido dejar paso a la mujer. Recientemente se ha reconocido el papel que las mujeres pueden aportar en el estudio de la Torá y se han modificado diversos aspectos de la ley judía, como lo referente al divorcio, que implican directamente a las mujeres. Finalmente, el auge de este punto de vista femenino ha servido para que ganara reconocimiento el papel de lo femenino en Dios. La Shekhinah, término femenino que denomina la presencia de Dios en el mundo, es actualmente un concepto central para la teología feminista moderna.